miércoles, 3 de octubre de 2007

La batalla de Marihueñu

Pasada la victoria de Tucapel, los mapuches prácticamente sitiaron Concepción depredando sus ganados, destruyendo las labranzas y quemando toda vivienda que caía en sus manos. Lautaro prefería provocar a los españoles que batirlos a campo raso fuera del fuerte.
Concepción débilmente defendida con 370 soldados y 2.000 yanaconas se dispusieron para la batalla al mando del gobernador sucesor de Valdivia,
Francisco de Villagra, que reunió este ejército para enfrentarle.
Sin duda era el ejército más fuerte que se le podría presentar a los mapuches, además estaban armados con seis culebrinas de terreno y además, se hicieron de mantas de madera para protejerse de las lanzas y flechas. Esta es la primera vez que se hace uso de artillería en la guerra de Arauco.
Bien organizado Villagra y con la moral en alto se dispuso a la marcha el 23 de febrero de 1554. Los araucanos no los molestaron en el paso del Bío-Bío y repitieron la misma conducta cuando observaron a Valdivia en su marcha hacia el fuerte Tucapel.
Así avanzó la columna española hasta el valle de Chibilongo, dejando un destacamento para proteger las balsas, de ahí tomaron la senda de los altos de Marihueñú para atravesar la cordillera de la costa. El camino pasaba por bosques espesos, así que Villagra ordenó como precaución al capitán Alonso de Reinoso el avanzar con 30 hombres en exploración. Al llegar a la cima, que se extendía como una planicie cortada por un precipicio por un lado y al otro extremo una foresta cerrada fueron atacados por los mapuches obligándoles a retroceder peleando hasta juntarse nuevamente con el grueso.
Tan pronto ganó la cumbre, Villagra hizó formar en escuadra de combate a sus fuerzas, con los emplazamientos artilleros a retaguardia. El sol levantaba con fuerza a las ocho de la mañana. Pronto un chivaterío ensordecedor se dejó sentir junto con la salida del primer escuadrón mapuche quienes atacaron a los españoles del mismo modo que con Valdivia en Tucapel. Y una vez más se retiraron hacía el bosque siendo reemplazado por un segundo escuadrón, luego por un tercero y un cuarto que combatían con el mismo ímpetu y arrojo.
Ya para el mediodía habían caído muerto muchos castellanos y un millar de yanaconas sin que los mapuches dieran cuartel, una embestida más y algunos mapuches lograron penetrar el círculo defensivo español y lazearon al mismo Francisco de Villagra bajándolo del caballo, los mapuches gritaban entusiasmados : -Apo(Jefe)-, Apo...!!.
A costa de mucho trabajo lograron quitarle su preciada presa a los indígenas no sin antes quedar bien aturdido por los incontables golpes de maza que le propinaron los mapuches, dejándole su armadura toda abollada.
Pasada las 4 de la tarde aun se bregaba la batalla y los españoles empezaron a mostrar pánico, en una arremetida mapuche lograron cazar a los sirvientes de los cañones y mataron a todos sus 20 sirvientes, entonces Villagra dio por pérdida la batalla y resolvió la retirada, pero para su estupor, los mapuches habían cortado el camino dejando sólo una senda que conducía al precipicio, muchos tomaron la senda y perecieron a golpe de una maza o despeñados.
Villagra logró perforar una salida en la emboscada y por ahí se salvaron apenas 66 soldados y algunos cientos de yanaconas, habían quedado 88 castellanos en poder de las eufóricas huestes mapuches, además se había perdido la artillería completa más bagaje y cabalgaduras. La figura de Lautaro como líder militar estaba consolidada.

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